En 1996, Gabriel García Márquez expresó en su discurso titulado "El mejor oficio del mundo": "La mejor noticia no es siempre la que se da primero, sino muchas veces la que se da mejor". Con esta reflexión inicio este artículo, que busca abordar la preocupante tendencia en nuestro campo: la inmediatez sin la debida verificación de fuentes, impulsada por la premura de ser los primeros en difundir la noticia.
Este artículo es un llamado de atención dirigido a periodistas, medios de comunicación, directores de medios y demás profesionales involucrados en el ejercicio periodístico. El caso de Geraldine Fernández, más allá del escarnio público que sufrió, representa un nivel de desprestigio para nuestra profesión. Revela, lamentablemente, que algunos actúan como desinformadores, sin cumplir adecuadamente con su labor.
¿Cómo es posible que no se realice la verificación de fuentes, siendo esta una tarea fundamental de los periodistas? ¿No deberíamos ser guardianes de la verdad y la integridad informativa? ¿Por qué los usuarios de internet se tomaron la molestia de desmentir a Geraldine mientras los medios no lo hicieron? ¿Dónde quedó la experiencia de muchos periodistas en los medios de comunicación? ¿Estamos convirtiéndonos en meros replicadores de información sin verificar su autenticidad? ¿Se considera cierta una afirmación solo porque alguien la dice?
Estas interrogantes nos exigen una reflexión profunda sobre nuestra labor. Es innegable que la búsqueda desesperada de inmediatez, la obsesión por los temas de tendencia y el enfoque en contenido comercial están dañando irreparablemente la credibilidad del periodismo. Estamos dejando de lado la esencia misma de nuestro trabajo: la verificación de la información. Pareciera que algunos colegas sacrifican este principio básico por el deseo de generar clics y likes.
Es crucial que como periodistas evaluemos la forma en que presentamos la información. La falta de verificación da paso a errores que podrían ser fácilmente evitados. La inteligencia artificial (IA) puede desempeñar tareas de redacción y, en algunos casos, incluso verificar información en internet. Sin embargo, nuestra responsabilidad como profesionales es garantizar la precisión de la información y corregir cualquier error.
El rumbo futuro del periodismo es incierto, pero el incidente con Geraldine Fernández indica que algo no está bien. El afán por ser los primeros, ganar más visitas y mejorar las métricas están convirtiendo estos errores en un desprestigio para nuestra profesión y los medios de comunicación. Es hora de reflexionar y corregir el curso, priorizando la calidad sobre la velocidad y la veracidad sobre la inmediatez.