Contar la historia de Bello sin mencionar a Fabricato es una tarea imposible. Esta empresa, constituida en el municipio a principios del siglo XX, marcó un antes y un después en el desarrollo industrial del lugar y en la forma en que los obreros se organizaron socialmente.
Cada familia bellanita que se respete cuenta con algún pariente que fue obrero de aquella planta. Fabricato se convirtió en la primera gran fábrica en instalarse en este municipio en un momento en el que las grandes ciudades demandaban un desarrollo industrializado acorde a las exigencias de ese nuevo siglo.
En 1919, Carlos Mejía, Antonio Navarro y Alberto Echavarría compraron los terrenos de lo que hoy es la fábrica bellanita por excelencia, pero debido a la crisis económica de 1920, el inicio de sus operaciones se retrasó. No fue sino hasta el 7 de agosto de 1923, día feriado por la celebración de la Batalla de Boyacá, cuando fue inaugurada por todo lo alto. Incluso contó con la presencia del presidente de la República, Pedro Nel Ospina Gómez, y del arzobispo de Medellín, Monseñor Manuel José Caicedo.
A partir de entonces, y durante todo ese siglo pasado, Fabricato ejerció como un referente económico y social en la ciudad, condicionando muchas de las interacciones humanas de los bellanitas. Se cuenta que en aquel entonces, los padres de familia preguntaban a los pretendientes de sus hijas dónde trabajaban; si estos resultaban ser operarios de Fabricato, les daban la bendición para entrar en su hogar y pedir la mano de su hija. De lo contrario, se oponían a dicha relación.