La semana pasada se viralizó en redes un video en el que se enseñan ciertos carteles ubicados en la calle Provenza, en el Poblado que pretenden visibilizar la problemática de la gentrificación; lo cierto es que este no es un tema nuevo para la ciudad. Este fenómeno se puede definir como el proceso urbanístico y social mediante el cual una población de estrato alto desaloja a la población originaria de un lugar, la cual, generalmente, es de bajos recursos. El término es muy amplio y dentro de ese concepto caben diferentes escenarios que se han venido presentando en Medellín y en diferentes lugares del mundo.
La reciente protesta apela al descontento general por el alza en el valor de los arriendos; esto debido a que, como lo recalcan aquellos panfletos, la presencia y asentamiento en la ciudad de muchos extranjeros con buena capacidad adquisitiva, encarece la vida en barrios como el Poblado y Laureles.
Sin embargo, esta es una problemática que lleva tiempo azotando a los antioqueños, sólo que esta vez está afectando no sólo a los más pobres, como si lo hizo en anteriores ocasiones. Vale la pena recalcar el caso del Naranjal, barrio ubicado en la comuna 11 Laureles-Estadio, un barrio conocido por ser de personas de clase media-baja como mecánicos y soldadores que se vieron afectados por los procesos de mejoras urbanísticas que encarecían la vida en dicho lugar.
Mega obras arquitectónicas como el puente de la Madre Laura, que ante los ojos de todos han aportado grandes mejoras a la ciudad, también han gentrificado a las poblaciones del lugar y las han desalojado en nombre del desarrollo arquitectónico de Medellín.